Mujer A, una hija de 5 meses y medio, se acerca el momento de volver a su trabajo pero está tranquila ya que su jefatura le ha dado garantías de que va a llegar a teletrabajar, “de a poco”; le dice que todos saben que está volviendo después de una guagua, y que no es fácil conciliar. Se siente parte de un sistema que la protegerá del estrés en esta angustiosa vuelta, aún más angustiosa por la Pandemia y la multiplicidad de roles que tendrá que ejercer de ahora en adelante.
Mujer B, un hijo de 5 meses y medio, angustiada ya que le toca volver a trabajar. Su trabajo se podría perfectamente hacer a distancia. Contactó a su jefatura para planificar la vuelta, pero no recibió respuesta. Llama a quien está sobre su jefe quien le dice que no le pueden asegurar teletrabajo, que si vuelve al trabajo “todos asumirán” que volvió en condiciones normales, que le exigirán el 100%, así que “mejor toma vacaciones o tira una licencia si no te la vas a poder, porque aquí todos estamos igual de sobrepasados y no hay excepciones”. Se siente traicionada por su empresa, poco comprendida en su situación particular, no para de pensar en qué hacer, llora todo el día y no duerme en la noche.
Ambos casos son reales.
Cuando la ministra del trabajo habla de la negociación entre el empleador y la empleada, seguramente cree que todos los casos son como el de la mujer A, sin embargo hay muchísimos que son como el escenario de la mujer B, o incluso peores.
Yo me pregunto: cómo es posible que haya tanta diferencia? En la humanidad de esas compañías, o sus jefaturas, o sus políticas internas…
Veo estos casos y me queda clarísimo por qué hemos tenido que insistir tanto por una LEY que asegure que todas las mujeres trabajadoras y sus guaguas, tengan tranquilidad de que no serán expuestas en el mejor de los casos al descriterio y en el peor de los casos a la enfermedad y la muerte.
#PermisoParentalExtendido #PosnataldeEmergencia #ElPrimerAñodeVidaImporta
Dra. Rosario Alomar
Psiquiatra Perinatal, Centro SerMujer
imagen: Jenna Norman, Unsplash