Movimiento “Body Literacy”: nuestro cuerpo nos habla

Tu cuerpo está procesando información todo el tiempo, señales externas (del ambiente) e internas (de sus propios órganos) que le dicen qué está ocurriendo y qué debe hacer para adaptarse. Algunas de esas señales son evidentes, por ejemplo, la bocina de un auto mientras cruzas la calle, o el olor de una rica comida. Otras señales son más sutiles, como el latido de tu corazón. Sin embargo, todas tienen una función: te mantienen con vida. Al cruzar la calle, tal vez pensando en otra cosa, la bocina del auto te obliga a poner atención: echa a andar el “sistema de alerta” de tu cuerpo gracias al cual puedes calcular y decidir en segundos si estás en peligro, y ejecutar las maniobras para ponerte a salvo si es que lo estás. Sin embargo, hay casos en que nos “desconectamos” de las sensaciones y señales que percibe nuestro cuerpo. Tal vez no nos damos cuenta de que tenemos sed, o sueño.

De manera histórica también se han “silenciado” los registros y expresiones de ciertas sensaciones: la cultura imperante modifica el comportamiento de las personas, reforzando o castigando ciertas conductas hasta que son internalizadas. Un ejemplo clásico es la represión de la curiosidad sexual de las niñas. La exploración del propio cuerpo es algo natural en la infancia: niños y niñas descubren sus manos, sus pies, juegan con su cuerpo y con las sensaciones que les provoca. Es común que un niño se toque los genitales, recorra y examine su cuerpo, lo que posiblemente sea aceptado en su entorno, quienes entienden que es una conducta perfectamente normal y esperable. Sin embargo, si una niña quiere tocar su zona genital, investigar su vulva y las sensaciones que le produce, lo más probables es que sea reprimida rápidamente, a través de miradas, gestos o frases explícitas que apunten a proscribir y cohibir esa conducta. Con el tiempo esta niña aprenderá que no debe tocarse “esa zona”, no debe sentir nada “ahí”, menos hablar de “eso”. No sorprende entonces que de adulta tenga dificultades para reconocer las señales de su cuerpo en lo referido a su ciclo menstrual, a sus necesidades o deseos sexuales, u otros temas que conciernen a su cuerpo y bienestar. Más aún, es muy posible que no haya aprendido siquiera a observarse y saber cómo son sus genitales y qué es esperable, normal e incluso saludable que ocurra en ellos.

Aquí es donde entra el concepto de “Body Literacy” (o alfabetización corporal), es decir “aprender a leer” y comprender el lenguaje con el que nuestro cuerpo nos habla. En el caso de las mujeres, se refiere a identificar los aspectos relacionados con su bienestar sexual y reproductivo, aprender a observar, registrar e identificar los eventos que componen su ciclo menstrual. Este concepto se comenzó a utilizar en 2005 y alcanzó notoriedad en Estados Unidos de la mano de Laura Wershler, entonces directora ejecutiva de PlannedParenthood. Ella misma cuenta:

“Se me ocurrió después de leer una novela ilustrando el impacto del analfabetismo. La incapacidad de leer disminuye la autoestima y oportunidades para participar en el intercambio de ideas. La conexión a la vida de niñas y mujeres es obvia: la educación de las niñas es una estrategia clave en todos los trabajos internacionales para el desarrollo. Me llamó la atención que la mayoría de las mujeres, con acceso a educación en países desarrollados, conviven con otro tipo de analfabetismo: no se les enseña a «leer» o comprender sus propios cuerpos”.

Te invito a escuchar las sensaciones de tu cuerpo, a observarte y a registrar los cambios físicos y emocionales que notas a lo largo del mes. ¡Seguro descubres cosas nuevas de ti misma!

Hasta la próxima.

Dra. Rosario Alomar A.
Psiquiatra Perinatal
Centro SerMujer

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