Siempre me ha llamado la atención la fascinación de los hombres por las herramientas.Frente a distintas dificultades presentes en la casa, ellos se toman su tiempo, la estudian y señalan que es necesario comprar cierta herramienta específica. A mi me cuesta entenderlo, creo que otra herramienta se podría ajustar, pero viendo después la buena solución del problema, creo que fue una decisión acertada y justificada. Y así, poco a poco, una caja de herramientas se va llenando con una serie de artículos específicos para solucionar distintos problemas que se van presentando en una casa. Algunas se usarán sólo una vez, otras de manera recurrente.
Siguiendo la metáfora de la caja de herramientas, muchos de estos mismos hombres,en su rol de padres, insisten en usar la misma herramienta para enfrentar distintas emociones de sus hij@s (miedo, rabia, tristeza, dolor). La gran mayoría de las veces, la explicación la encontramos si indagamos y registramos en su mundo emocional: sólo disponen de una sola herramienta, un viejo martillo heredado que, en su infancia, se usaba con él para solucionar todo con golpes o amenazas de éstos. Estos padres no quieren repetir lo mismo, lo que ya es un paso gigante, pero lamentablemente no cuentan con otros recursos; entonces oscilan entre tomar distancia de sus hij@s/no involucrarse o pensar en utilizar el martillo. No parece haberotra solución, lo que genera mucha desesperanza, frustración, soledad y culpa. Lamentan no poder ir a una multitienda a comprar una herramienta diferente y, efectivamente, no se pueden comprar porque cada niñ@ es diferente.
Hay muchos valientes que toman la decisión de empezar a llenar la caja de herramientas. Para eso, deben tomar la difícil decisión de botar ese viejo y pesado martilloheredado que les hace creer que tienen herramientas en su casa y tener la idea de poderacudir a él frente a conflictos, cuando ellos más que todos, saben que no es aconsejable. Es necesario vaciar la caja y conectarse con ese vacío/dolor que causó la utilización de ese martillo en nosotros. Y posterior a eso, empezar a pensar qué herramientas necesitamos en nuestra caja no heredada, sino propia.
Para ello, es esencial y fundamental observar a cada uno de los hij@s, conectarse con ellos a través de su juego, observar qué los alegra y qué los estresa, mirarlo durante horas y días y aprender a saber qué es lo que necesita. Y desde esa observación conectada y profunda,fabricar herramientas para cada hij@: algunas construidas por uno mismo, otras copiadas de familiares y amigos que pueden llegar fácilmente al mundo infantil, en otros casos ir a terapia para construirlas en conjunto y también para definir qué herramientas sí quiero incluir y cuáles por ni un motivo (a partir de los propios dolores de infancia). Y, lentamente y con un arduo trabajo, ellos empeziezan a llenar su caja, entre más herramientas y recursos se desarrollen,más libre, atingente serán las respuestas que puedan dar a sus hij@s, desarrollando una relación cercana y afectiva con ellos, pudiendo a través de estas sanas interacciones, regalarles y heredarles a ell@s una caja, esta vez cargada de recursos.