SER PADRE DE MULTIPLES
Todo parte de un momento a otro, no te das ni cuenta cuando el ginecólogo de tu pareja o esposa te comenta: ¡Y ahí está el otro huevito!
No sé cómo lo vivirán otros padres, pero para mí fue una linda sorpresa, una reivindicación con la vida y una gran alegría; mezcla de euforia y de interrogantes.
La paternidad es muy distinta cuando tienes múltiples: Todo se piensa por dos, toda gira en plural y las experiencias se hacen a veces complejas pero la mayoría de las veces, doblemente satisfactorias.
Una tremenda experiencia en el inicio de la crianza de mellizas en mi caso fue tener que hacer el rol de mamá/ papá con una de las pequeñas. La naturaleza es sabia y te conduce a un rol de género distinto al que acostumbra un padre en general.
Entre paréntesis, te haces cargo de una de ellas con todo lo que significa: Cuidar, mudar, dar papa, hacerla dormir, jugar y regalonear de manera especial. Bajo ningún punto esta experiencia te desliga del amor a la otra hija, muy por el contrario, son instancias necesarias para descomprimir a la mamá y para dar igualdad de cuidados a cada una.
Los primeros meses y, quizás años, son realmente agotadores. La doble demanda te pone en jaque con todo: Como marido, trabajador, con los amigos, la familia, etc.…son tiempos en el cual logras “cortar con el medio” ya que si bien, socialmente estás presente, la mente y tu tiempo están concentrados en esta megaempresa de ser padre de múltiples.
El ver crecer a estas cachorras ha sido una hermosa experiencia. Descubrir sus cambios, gustos, personalidades es una sorpresa a diario. Cada cual nos ha demostrado que pese a esta férrea unión de hermanas mellizas cada una logra marcar su espacio e independencia mas allá de lo que uno cree cuando las vas viendo avanzar en la vida.
Finalizando, creo importante destacar que el rol paterno siempre es fundamental, pero ni de cerca se nivela al rol de una madre.
Las conexiones son distintas, ni mejores ni peores, solo diferentes…hoy logro ver a mis mellizas con una mirada mas madura y siento que han sido un gran regalo en mi vida.
El agotamiento, las preocupaciones, las rabietas y mal crianzas que cometemos los padres, son un precio marginal comparado con el amor que te dan los hijos (as) múltiples. ¡Qué mejor que recibir a diario un «te quiero papá» multiplicado x 2!