(Para aquellos padres que quieren entender la nueva sexualidad de la mujer con que han tenido un hijo)
La experiencia del puerperio tiene múltiples aristas. En general lo más visible atañe a los procesos que ocurren a la mujer en torno al vínculo naciente con su hijo, pero también ocurren otras importantes transformaciones en diversos ámbitos, en la disposición a todos sus vínculos y en la manera de entender y vivir por ejemplo su cuerpo, su sexualidad y su relación de pareja.
Me llegan constantemente dentro de los relatos de posparto de las mujeres que acompaño muchas preocupaciones en torno a sus nuevos modos de acercarse a la sexualidad, muchas aluden estar totalmente “apagadas”, se presentan con culpa de no estar disponibles como antes para sus parejas, con miedo a que esto se haga algo permanente, con temor a la reacción en ellos, más o menos complicadas por las secuelas en su relación de pareja. Algunas queriendo hacer esfuerzos desproporcionados y en contra de lo que les dicta su cuerpo, centradas sólo en complacer al otro, “cumplir” y no defraudar ni causar problemas. Otras más resueltas ejerciendo límites más claros y sanos y asumiendo la frustración en ellas y en el otro. Algunas parejas haciéndolo tema tabú, otras abriéndolo en el contexto de nuevas intimidades que debutan en esta cama ahora de a tres.
Algunas inventando nuevos modos de relacionarse desde lo sexual, otras sintiéndose “asexuales”, cuando nada dista más de esta posibilidad, en pleno posparto, en plena lactancia en que lo que ocurre realmente es una nueva direccionalidad de la sexualidad y muchas veces realmente ésta se acentúa más que debilitarse, lo complejo es interpretar este nuevo idioma y habitar la experiencia desde un lugar distinto, nuevo y muchas veces desconcertante…
Y ellos, los hombres, también con diferentes posibilidades de respuesta. Algunos tan cansados que no es ni tema, otros que comprenden, con más o menos paciencia esperan, otros que se reinventan y encuentran nuevas formas y ritmos, otros frustrados, enojados, incluso exigentes… y es que el puerperio saca la luz y la sombra de todos, no sólo de las madres!
Y he pensado harto en cómo poder transmitir a las parejas hombres, sobre todo a quienes viven la falta de líbido en la mujer como un rechazo más directo hacia ellos, o a quienes les puede costar más hablarlo o comunicarse, que mucho de lo que ocurre en la mente y cuerpo de la mujer es parte normal de este periodo y que la gran mayoría de las veces es una condición temporal, más allá de que sea más larga de lo que todos quisieran. Y que más allá de sus frustraciones o postergaciones, va en beneficio de quien más necesita atención y cuidadosen este momento: vuestro hijo.
En el imaginario popular se habla de la famosa “cuarentena”, ese periodo en que supuestamente (y erradamente!) la mujer vuelve a estar en las condiciones físicas previas a la gestación y veo a muchas parejas incluso esperando con ansias el control de los 40 días para que el ginecólogo les dé “el pase” para retomar su vida sexual, lo que genera muchas veces una disonancia entre las expectativas de ellos y el deseo y motivaciones de ellas, llevando a tensiones, malentendidos, frustraciones y distanciamientos que de ser conversados y comprendidos podrían evitarse.
Los famosos 42 días que dura el puerperio en la mayoría de los textos de obstetricia hace alusión al periodo en el cual los órganos reproductivos vuelven a sus tamaños y posiciones habituales, pero este hecho está lejos de ser el fin de esta etapa, que por lo demás conlleva a muchísimos más cambios que los físicos u objetivables.
De partida, los cambios hormonales pueden persistir mucho más tiempo que las primeras semanas, sobre todo si se mantiene la lactancia. De hecho casi ninguna hembra mamífera entra en periodo de celo estando en lactancia. Esto constituye una ventaja evolutiva, y podría entenderse como una adaptación desarrollada por la naturaleza para preservar el interés de la madre por su cría recién nacida antes de centrar sus energías en retomar su vida sexual y eventualmente gestar un nuevo hijo, la naturaleza debe asegurarse que esa mujer estará un buen tiempo disponible para velar por el desarrollo y crecimiento de ese bebé hasta que vaya pudiendo obtener cuidados de otras fuentes.
Los niveles de prolactina en la mujer (hormona encargada de promover la producción de leche, entre otras funciones) se mantendrán altos luego del parto, más a mayor frecuencia de succión del bebé y esta hormona mantendrá una inhibición en la producción de hormonas sexuales, lo que la mantendrá sin ovular y por lo tanto sin menstruar. Este circuito hormonal de inhibición es variable en su duración y así como hay mujeres que vuelven a ovular y menstruar a los 6 meses posparto (aún manteniendo lactancia materna exclusiva), hay otras que volverán a hacerlo en uno a dos años. Esto también puede causar importante disminución de la líbido en la mujer, lo que explica la falta de deseo sexual que muchas refieren hacia sus parejas. Asimismo en este periodo, en parte por la baja de estrógenos, habrán mayores dificultades para la lubricación genital, lo que puede afectar negativamente la experiencia de satisfacción sexual.
El cerebro de la mujer ha cambiado durante el embarazo, en pro de cumplir con la tarea de cuidar a su cría de la mejor y más adaptativa manera y estos cambios pueden durar al menos dos años. Estos cambios implican que su atención estará prioritariamente dirigida a mantenerse disponible y atenta a las necesidades de su hijo y mucha de la satisfacción que su cerebro registre se relacionará también con estímulos que provienen de la interacción madre-bebé.
Así como algunas mujeres reportan experiencias extáticas e incluso orgásmicas de parto (la minoría en nuestra sociedad, lamentablemente), también una gran cantidad de madres refieren sentir grandes niveles de gratificación obtenidas desde la cercanía física con sus hijos, no sólo en lo emocional, sino en estímulos tan sensoriales como olerlo con frecuencia, besarlo, acariciarlo, ofrecerle pecho, dormir muy pegaditos, balbucear juntos, etc. Y es que el embarazo, parto, posparto y lactancia tienen una dimensión sexual importantísima y forman parte del ciclo sexual y reproductivo de la mujer.
Esto no significa, como muchos pueden malentenderlo, que la mujer se excita genitalmente con su bebé, sino que cerebralmente los mismos circuitos y hormonas que antes se activaban con la actividad sexual de pareja (oxitocina, endorfinas y otros neurotransmisores relacionados al circuito de recompensa) ahora se estimularán en el íntimo y sutil contacto de ella con su hijo. Por lo que no es exactamente que la respuesta sexual esté “apagada”, sino que la sexualidad como un todo está redirigida a otros estímulos. Si todo cursa de manera emocional y físicamente saludable la capacidad de sentir placer está ahí, ofreciendo nuevos modos de desplegarse.
Como vemos enronces, hay varias razones importantes, físicas, emocionales y otras por las cuales la mujer puede sentirse con menos atracción hacia la relación sexual con su pareja. Por un lado, el cansancio, la falta de horas de sueño, el agotamiento con que se llega a la noche, además de factores concretos, como la falta de espacios y de tiempo pueden contribuir también. También factores físicos luego del parto (desgarros vaginales, puntos de la episiotomía que pueden molestar o doler por meses, recuperación post-cesárea). Por otro lado, factores hormonales que juegan en contra del deseo sexual y de las respuestas físicas de excitación (sequedad vaginal por ejemplo). Por otra parte, factores relacionados a la dinámica de pareja y los nuevos equilibrios que van surgiendo y cómo se va acomodando cada miembro a estas nuevas versiones de sí mismos. Adicionalmente, habrán momentos en que la mujer no se sentirá emocional ni mentalmente disponible para otros más que para su bebé y que toda su energía estará volcada en esa relación, que por lo demás también apela a una dimensión sexual. Este traslado de su foco de atención es absolutamente funcional y adaptativo a la etapa en que se encuentra la familia, ya que la naturaleza ha necesitado garantizar que los adultos cuiden permanentemente y sin pausa al recién nacido, que no cuenta con ninguna posibilidad de brindarse a sí mismo lo que necesita.
Algunos consejos para aquellos padres que están transitando esta etapa:
1.-Conversen! Hablen del tema, sobre qué espera cada uno, qué deseos y temores aparecen, qué expectativas tienen. Qué te pasa a ti con la llegada de este tercero que viene a ocupar todo el espacio en la mente y en el cuerpo de tu pareja. Qué necesitas saber o entender y cuáles son tus necesidades actuales. Pregúntale también a ella cómo se ha sentido en este aspecto, qué desea, qué le gustaría.
2.-Nunca forzar un encuentro sexual, ni desde la obligación ni desde el deber. Muchas mujeres podrían “ceder” a presiones psicológicas, pero esto trae un tremendo resentimiento y daño a la relación de pareja.
3.-Ábranse a nuevas maneras de comunicación sexual, este es un periodo de gran reconfiguración de identidad, la que sin duda engloba también nuestra concepción del cuerpo y de la sexualidad. Piensen juntos qué nuevas maneras pueden tener de cuidarse mutuamente, regalonearse y proporcionarse placer sexual (nuevas posturas que no impliquen penetración, nuevos ritmos, nuevos juguetes, nuevas fantasías, acompañarse en que cada uno se proporcione placer es también una manera de mantener activa la sexualidad en pareja)
4.-Entender y respetar los límites de cada uno, sin tomarlos como un rechazo o algo personal. También es un momento en que la auto-gestión del placer puede ser un recurso a disponer y desarrollar creativamente. Puedes frustrarte y tienes también derecho a expresarlo, pero siempre en un marco de comunicación respetuosa y empática.
5.-No dejes de invitar a tu parejas a tener experiencias sensuales, más allá de lo puramente genital. Masajes, música, baile, películas en cama, olores pueden ser tremendos aliados, más aún si se toman como un fin en sí mismos y no como un medio sólo para llegar al sexo coital.
6.-Si ambos están de acuerdo en probar tener relaciones, mantente atento a tu pareja, a sus nuevas necesidades, a sus nuevas sensibilidades. Esto puede implicar ir a un ritmo más lento, a hacer previas más largas y suaves, a evaluar la necesidad de lubricantes o aceites, por ejemplo o a explorar otras maneras de tocarse y sentirse. No asumas que ella no quiere encontrarse placenteramente contigo, puede que no quiera tener el sexo que tradicionalmente tenían , pero sí puede estar abierta a otras posibilidades de encuentros que proporcionen disfrute amoroso a ambos. La mujer en esta etapa estará especialmente a caricias y abrazos y quizá a veces no te los pida por temor a tu expectativa sexual.
7.-Busquen otras maneras de placer sensorial, conéctense con lo que ofrece vuestro bebé. Si ambos están de acuerdo en el colecho por ejemplo, aprovecharlo como una oportunidad de sentir a tu hijo, de mirarlo, olerlo, acariciarlo. Esto también hará que tu prolactina suba y te adaptes mejor a este modo más paternal que sexual, y también eleva tus niveles de oxitocina lo que irá generando calma y placer en estas pequeñas cosas.
8.-Procura encontrar otros espacios de placer y relajo fuera de tus espacios de pareja. Pueden acordar horarios de tiempos personales en que cada uno pueda dedicarse a actividades de ocio o disfrute.
9.-No asumas que tu pareja no te necesita por no querer tener relaciones sexuales, ella requiere de tu cariño, protección, compañía y sostén igual o incluso más que antes. Y te sigue amando más allá de que su deseo sexual hacia ti haya bajado.
10.-Es importante tener perspectiva y saber que esto será una etapa, y que de cómo se transite dependerá mucho de lo que se reconstruya en estas nuevas personas que se han convertido desde que son padres. Por mientras y si te nace, ofrece muchos abrazos… ella los agradecerá y de seguro le permitirán cuidar mejor a su hijo.
Paciencia, respeto y buena comunicación para todos ustedes, y que encuentren nuevas maneras, creativas y desde el cariño!
Soledad Ramírez
Psiquiatra y terapeuta perinatal, equipo Centro SerMujer
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